Linares y las ondas: una estación de autobuses convertida en punto de encuentro radiofónico

LINARES — En una ciudad tradicionalmente vinculada a la minería y al ferrocarril, podría sorprender que uno de los centros neurálgicos de innovación radiofónica se encuentre hoy en la estación de autobuses. Sin embargo, para los miembros de la Sección Local de URE Linares (EA7URH), la ubicación no es anecdótica: simboliza movimiento, conexión y tránsito constante de ideas… y de ondas.

Al frente se encuentra Manuel Escalona Millán (EA7LH), quien ha dirigido los esfuerzos de la sección para hacer de este núcleo urbano un espacio relevante dentro del mapa nacional de radioaficionados. Desde su local social en la estación de autobuses, el grupo mantiene presencia activa, no solo en el éter, sino también en la comunidad.

Una postal moderna desde el Jaén del norte

Con sede postal en el Apartado de Correos nº 12 de Linares (23700) y un equipo comprometido, EA7URH representa ese equilibrio cada vez más escaso entre tradición analógica y participación ciudadana. Lejos de encerrarse en un nicho técnico, la sección busca fomentar la curiosidad tecnológica y reforzar el tejido social que hace de la radioafición algo más que un pasatiempo.

En un mundo donde las telecomunicaciones parecen dominadas por plataformas digitales corporativas, la radioafición sigue siendo uno de los pocos medios verdaderamente descentralizados. Y Linares, con sus calles cargadas de historia y resiliencia, demuestra que también puede estar a la vanguardia.

Más allá de las coordenadas

Con una ubicación estratégica en el noreste de la provincia de Jaén, y gracias a la iniciativa local, la estación de autobuses ha pasado de ser un lugar de espera a un centro de encuentro técnico y humano. Aquí, las antenas no solo se elevan sobre tejados, sino sobre prejuicios sobre qué puede y debe ser un club de radioaficionados en el siglo XXI.

En tiempos de hiperconectividad algorítmica, EA7URH recuerda que todavía hay magia en pulsar un PTT, lanzar un "CQ" al aire y recibir como respuesta una voz lejana —quizá desde otra provincia, quizá desde otro continente— que confirma que las ondas, como las ideas, no entienden de fronteras.