En Donostia, la cultura también se transmite en ondas

SAN SEBASTIÁN — Mientras los turistas se agolpan en la Parte Vieja y los chefs pelean por su próxima estrella Michelin, un pequeño grupo de apasionados se reúne cada viernes, a las 20:00 horas, en un discreto chalé del Paseo de Aiete 16. Allí, en Villa Isturin, reside el "txoko" de la Unión de Radioaficionados de Donostia (URD), una organización que ha sabido conjugar tradición técnica con espíritu cultural.

Más que un hobby, una vocación con historia

Bajo el indicativo EA2URD, esta sección de la URE lleva años enlazando el Cantábrico con el mundo, a través de la radioafición. Al frente de la agrupación se encuentra Fco. Javier Azanza Ibarbia (EA2CDA), un presidente que combina la vocación de servicio con la serenidad de quien sabe que las mejores conexiones no siempre son visibles, pero sí audibles.

Donostia 2016: cuando las ondas se sumaron al arte

Uno de los hitos recientes más significativos de la sección fue su participación en los eventos de Donostia Capital Europea de la Cultura 2016. En colaboración con la fundación DSS2016 y bajo el programa Olas de Energía, los miembros de URD no solo transmitieron señales de radio, sino también valores culturales, científicos y ciudadanos, llevando el espíritu donostiarra a decenas de países a través de su estación especial EA2016URD.

Una cultura que se escucha, no solo se ve.

Un punto de encuentro — y de escucha

La sede de URD no es solo un espacio técnico; es un punto de encuentro intergeneracional donde se transmiten —literal y metafóricamente— saberes, anécdotas y amistad. En una era donde lo digital ha ahogado muchas formas analógicas de relacionarse, la radioafición en Donostia resiste con propósito.

Las coordenadas de Villa Isturin —43°18.536'N / 01°59.503'W— son algo más que cifras GPS. Son un faro cultural para quienes creen que la radio sigue siendo un arte, una ciencia y, en muchos sentidos, un acto de resistencia frente al ruido.